Fuiste tan dulce nene, pero a la vez perverso, siempre me hablabas de morir. Y te seguí los pasos, hasta que tu locura, me comenzaba a destruir.
Fuimos a una iglesia en madrugada, estabas tan desesperado, creo que querías cambiar. Y como nadie vino a abrir la puerta, te diste media vuelta diciendo Dios aquí no está.
No hay comentarios:
Publicar un comentario